Confieso que no me cae bien, desde hace rato, esta catira al
parecer más oxigenada que real, aunque nada de eso me conste ni venga a cuento.
La razón es simple: no me merece respeto alguien que con un monótono close up resalte con tanta insistencia,
cada vez que arranca un programa, su pelo rubio, la blancura de su tez y sus
ojitos azules que, otra vez, vaya usted a saber si son de verdad o de vidrio.
Es como si dijera, mirenme bien, soy periodista pero soy además igualita a la
Barbie
Pero como me opongo radicalmente a la censura, me dispuse a
ver la entrevista completa que le hizo a Mario Vargas Llosa en Globovisión;
entrevista que según la distinguida catira fue censurada, razón por la cual
renunció a ese canal.
En mi criterio, Varnagy es una periodista inteligentemente average, o sea, sus entrevistas no están
mal, pero no hay que esperar mucho de ellas pues son bastante previsibles.
En cuanto a Vargas Llosa, baste con decir que estuvo
comedido. Habló comedidamente como hombre de derecha. Argumentó modosamente
desde un pensamiento de derecha. Y, en conclusión, no aportó nada nuevo ni en
la forma ni en el fondo, como nos gusta decir a los críticos literarios.
¿A quien, pues, le podría haber interesado censurar una
entrevista que de otro modo habría sido olvidada en menos tiempo de lo que dura
una cuña de pañales desechables?
Sin dudas no al gobierno. En los días que corren, podemos
escuchar toneladas –porque la basura pesa- de estupideces mucho más agresivas y
definitivamente peor dichas que el discurso más o menos inocuo, por repetido y
gastado, de Vargas Llosa, sin que el gobierno ande por allí eliminando o
recortando programitas de televisión o artículos de prensa
Por otro lado, es cierto, y me consta por experiencia
propia, que algunos medios de comunicación privados que viven del Gobierno, y
digo viven para resaltar la motivación monetaria, porque no necesariamente lo
apoyan en lo político, suelen ser más papistas que el papa y tienen una
tendencia evidente a suprimir todo lo que, en su criterio, pudiese interponerse
entre ellos y el patrocinio de los entes gubernamentales. No parece ese tampoco el caso de Globovisión
donde la publicidad oficial es más bien escasa.
He visto en dos ocasiones la
parte de la entrevista supuestamente censurada y no encuentro motivo para una decisión
semejante. Se me ocurren dos posibilidades como explicación alterna: o
Globovisión aprovechó la cadena oficial que interrumpió la entrevista para
cortar el programa de la Varnagy y provocar que se fuera del Canal o, distinto
pero lo mismo, la rubia autoexotizada aprovechó la ocasión para armar un show y
hacer lo que tenía previsto,es decir, irse de Globovisión.
No estoy, en fin, excluyendo la posibilidad de que en efecto
haya habido censura. Pero si alguien decidió semejante estupidez deberá felicitarse
por haberle dado alas a dos pajarracos que, al menos en esta ocasión, no habrían
levantado vuelo ni con el aletear de las pestañas de Shirley sobre los ojitos
azules de lo que tanto se precia
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