martes, 12 de marzo de 2013

Inmaduro y sin carisma



¿Y cuando fue que la derecha descubrió en Chávez tantas cualidades como ahora le destacan? Que yo recuerde, el discurso de la oposición aludió siempre a un militarote ignaro, sin sensibilidad social, soez, gran demagogo,  autoritario, con una perversa capacidad de imponerse, ninguneándolos, a quienes le rodeaban.
Ahora, cuando el objetivo es descalificar a Nicolás Maduro como candidato a la Presidencia, le descubren al Comandante un liderazgo que no deja de sorprender. El asunto ha llegado a tanto, que la propia Asociated Press pareciera haberse convertido en agencia publicitaria de Chávez. Para la  A.P. de estos días, Chávez estaba dotado de un asombroso vigor y un travieso humor; poseía un estilo magistral para expresarse y una presencia carismática que cautivaba a sus seguidores. ¿Qué tal?
A raíz del deceso del Presidente, asombra tantos opositores que acaban de descubrir sus virtudes. Y no me refiero a quienes por respeto le dieron una tregua a los insultos, sino a aquellos que, en un verdadero salto de talanquera discursivo, dicen hoy exactamente lo contrario de lo que dijeron ayer.
Prefiero a los que no amainaron un ápice en su histeria. Decía San Pablo, o frío o caliente porque tibio lo vomito. Me quedo, pues, con la frialdad o la calentura, depende de cómo se mire, de un Vargas Llosa, por ejemplo.  Para el ilustre escritor, ahora en fase de senilidad aguda, Chávez no era sino un resabio del caudillismo del siglo XIX; contrariamente, le parece de lo más progresista que el Rey de España, parado entre su querida y su elefante recién sacrificado, le confiera  un título nobiliario del siglo XIII.
En fin, todo se vale si el resultado es contribuir con la descalificación de Maduro, de quien ya se nos ha informado que no tiene ni la fuerza, ni el carisma, ni la formación, ni la osadía, ni la madurez que sí tenía Chávez.
Esta es la gente que la tiene tomada con el asunto del autobús y el chofer y de otras estupideces que los aleja, cada vez más, de esa mayoría de venezolanos cuya vida transcurre en oficios como el de chofer u otros similares, oficios que le parecerán a la oposición igualmente despreciables. Se trata de la misma gente que en otros momentos  apoyó la candidatura de verdaderos pelmazos cuyo nombre no cito por respeto, pues ya están todos muertos, incluido Manuel Rosales. Vale preguntarse además qué clase de candidato le oponen a Nicolás Maduro ¿Será que no lo ven cuando balbucea en televisión? Capriles es la prueba viviente de un fenómeno contra natura que consiste en tener el pensamiento más lento que el lenguaje.
Reflexionando en esto último, me pregunto si estaré en lo correcto al pensar que la oposición habla bien de Chávez para poder afincarse contra Maduro. Tal vez la explicación de esa cortesía resida en el temor a hablar mal de un muerto, no suceda que los jale por los pies durante la noche, como indica la creencia popular. Nada teman, al fin y al cabo llevan catorce años acostumbrados a que Chávez los jale de una derrota a la siguiente.







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