miércoles, 22 de mayo de 2013

Pequeña aventura en lancha de PDVSA con lago de fondo



Relato aquí, en estilo casi telegráfico,  un viaje que tuvo lugar el viernes 17 de los corrientes
Junto a una pareja de amigos que distribuyen libros, participé en un operativo organizado por la Armada Nacional Bolivariana en Congo Mirador, uno de los pueblos palafíticos conocidos como pueblos de agua, en el sur del Lago de Maracaibo. Además de libros, el operativo incluía a Mercal, el Saime y a un grupo de cristianos pentecostales que llevaban asistencia médica. En total, unas cincuenta personas. El transporte se hizo en una lancha aportada por PDVSA, con capacidad para unos 150 pasajeros.
Iniciado el recorrido, y de buenas a primeras, los motores de la embarcación pierden potencia y, por ende, se detiene en medio del lago. El asunto no se extendió más allá de unos quince minutos y continuamos  viaje después de que se hubiesen limpiado los filtros del combustible.
Se había anunciado un recorrido de cuatro horas, de modo que no dejó de ser una sorpresa cuando, superadas las cuatro horas y media de navegación, nos enteramos de que habíamos ido más allá de nuestro destino y era, pues, necesario devolverse. Apuntemos aquí que la lancha en cuestión está equipada con un muy vistoso GPS.
Largo y exitoso operativo en el Congo en cuyo contexto es necesario destacar la ardua labor del personal militar que lo coordinaba.
Humedad, calor, sed, sudor.
Ya noche cerrada, abordamos la lancha e iniciamos el regreso a eso de las 11 pm. Veinte minutos después la embarcación se detuvo completamente por FALTA DE COMBUSTIBLE. Como dije: noche cerrada, ni una sola luz encendida en la embarcación y esta a la deriva.
Transcribo el diálogo entre el capitán de la lancha y uno de sus marineros que alcancé a oír algunos momentos después de que la embarcación golpeara contra algo:
-       Se nos va a complicar la vaina, el viento nos está arrastrando hacia las plataformas.
-       No le tengo tanto miedo a las plataformas como a los circuitos eléctricos.
Se hizo contacto para que otra embarcación fuese a remolcarnos y eso sucedió a las 4 am. Es decir, cuatro horas y media a la deriva.
Mareos, vómitos, cansancio, sueño y cánticos evangélicos.
El regreso incluyó el trasbordo a otra lancha de Pdvsa que traía trabajadores petroleros de regreso a Maracaibo. Si no habíamos tomado conciencia de la peligrosa situación en la que habíamos estado, allí no hubo más remedio que  enterarnos.
Esos trabajadores no salían de su asombro. No podían creer que una lancha se quedara en medio del lago por falta de combustible; que nunca se nos instruyera para que  usáramos los salvavidas; que el rescate del cual dependía la vida de más de 50 personas tardara más de cuatro horas en llegar; y           la pobre capacidad de respuesta de la gerencia encargada de emergencias como esa.
Escuchado literalmente: Ustedes no saben el peligro que corrieron. Suerte además que no les tocó un mal tiempo. De haber sido así quizás no lo estarían contando. En un mal tiempo hay quien llora, hay quien se orina y de vez en cuando tenemos una baja.
Hablando de bajarse, veinte horas después de lo programado, cerca de la una de la tarde, tocamos puerto en Maracaibo.
Si alguien debe tomar nota de todo este asunto, pues que la tome.



miércoles, 8 de mayo de 2013

¿Dónde está el fascismo?



La oposición está ofendida. Le parece un despropósito que se la califique de fascista. Reacciona apropiándose del discurso del chavismo, cosa que ha aprendido a hacer muy bien, y devuelve el golpe en términos idénticos calificando de fascista al gobierno.
Preguntémonos, para beneficio de los confundidos, ¿dónde está el fascismo?
Como se sabe, al fascismo recurren las oligarquías cuando su control del Estado y de la economía ya no puede mantenerse bajo formas de gobierno más o menos edulcoradas y revestidas de democracia.
El fascismo es elitista, violento e imperialista per se, pero no podría sostenerse y avanzar si no fuese por uno de sus  fundamentos esenciales, el que lo define por naturaleza, es decir, el racismo y la discriminación. Al fascismo le es inevitable dividir a la humanidad en dos porciones desiguales: nosotros, los buenos, inteligentes y bellos; y ustedes, estúpidos, feos y tierruos.
Sucedió en la Italia de Mussolini y en la Alemania nazi de manera exponencial y, al final, catastrófica, pero sigue ocurriendo aún hoy en muchos países, y Venezuela no es en esto una excepción.
Desde sus inicios, el discurso antichavista se revistió de racismo y de discriminación. Chávez fue siempre, a los ojos de lo más recalcitrante de la élite opositora, un zambo ignaro, un indio feo e inculto que no cumplía, ni de lejos, con los parámetros de belleza y de blancura indispensables, según ellos, para ser presidente.
Por extensión, ser chavista equivale a tierruo, muerto de hambre, vendido y alcohólico. ¿Puede la oposición negar que son esos los términos con los que reiteradamente,  durante años, se han referido a los chavistas desde editoriales y artículos de periódicos? Por no hablar de ciertos medios digitales convertidos en verdaderas letrinas del insulto y el menosprecio.
El problema de desdeñar al otro hasta esos extremos es que en algún momento tendrá efectos prácticos. Y eso fue exactamente lo que sucedió con los hechos de violencia que se desataron a raíz del desconocimiento de los resultados electorales por parte de la oposición.
Si el otro no vale nada o es una amenaza, eliminarlo es un mérito. Funcionó en la Alemania de Hitler y funcionó aquí el 15 y el 16 de abril.
Ofendidos como están, los voceros de la oposición reclaman que se les endilgue el calificativo de fascistas, y para probar que no lo son, rechazan genéricamente la violencia.  Ninguno de ellos se pregunta, sin embargo, por qué todos los muertos de esos dos días eran chavistas. A ninguno le interesa escarbar un poco en su propio patio para descubrir de donde mana esa furia que no se arredra al momento de quitarle la vida a un compatriota.
Quizás no les interesa escarbar porque saben muy bien lo que encontrarán. No en balde han pasado tres lustros sembrando desprecio y convenciendo a una parte de la población de que la otra parte bien podría volver a la condición de invisibles que tenían en otros tiempos cuando, piensan ellos, todo marchaba muy bien el país.
No hay siete millones de fascistas en la oposición, eso es seguro. Hay en cambio en su dirigencia una política que impulsa la violencia e indica, sin asomo de duda, dónde está el fascismo.






miércoles, 1 de mayo de 2013

Oro rojo de Udón Pérez: petróleo y soberanía



Udón Pérez puede que tenga el dudoso honor de haber sido, hasta hoy, el más decorativo de los poetas zulianos. Y sin embargo, tal afirmación solo se sostiene si no se ha leído Oro rojo, seguramente el último poema de su vida.
Se trata de un poema narrativo donde se despliega una espléndida panorámica del arranque de la explotación petrolera en el Zulia. La sorpresa  reside en que quien hasta ese momento nos había acostumbrado a una poesía más o menos convencional, se involucra repentinamente, y desde una perspectiva crítica y de cuestionamiento, en un evento histórico que signará en lo sucesivo el destino de Venezuela.
Como si hubiese leído al Uslar Pietri que mucho tiempo después convocaría a sembrar el petróleo o al Juan Pablo Pérez Alfonso que alertaría sobre los efectos nocivos del estiércol del diablo, Udón Pérez desdeña  la nueva riqueza como motor de progreso; al tiempo que  se lamenta por el sacudón que la industria produce en el país con efectos como el éxodo rural y el abandono de formas de vida tradicionales.
En Oro rojo, las relaciones de trabajo entre el criollo y el extranjero,  la discriminación y  la crueldad ejercida por los adelantados de las compañías petroleras, se describen en un inédito tono de denuncia. Udón Pérez escribe, a conciencia, un panfleto del cual seguramente esperaba que incidiese de algún modo en la situación planteada. Y si es verdad que no descuida sus estrategias de calidad estética, no lo es menos que estamos frente a un análisis lúcido y pormenorizado del proceso de implantación de la industria petrolera. Udón Pérez es, por ejemplo, el primero que en una fecha tan temprana como 1926  incita abiertamente a la huelga petrolera. Piénsese que en ese momento muy pocos podían siquiera imaginar un hecho semejante, dada la fuerza del régimen gomecista y las aún muy nuevas esperanzas de progreso y redención social depositadas en la naciente industria.
Para Udón Pérez, se trata de un asunto de soberanía. Y para exponer su punto de vista, identifica alegóricamente a Venezuela con una hermosa muchacha llamada Patria, quien tendrá que hacer frente al intento de violación por parte de uno de los capataces extranjeros.
A fin de condicionar  el ánimo del lector, la violación se toca inicialmente de modo simbólico o metafórico, hasta llegar a la descripción realista de la escena en la que Patria prefiere inmolarse antes que ser poseída por el invasor. Se nos ha dicho con anterioridad que las máquinas de los extranjeros  están hechas para el “estupro de tierras intactas” y que ellos mismos son “desfloradores de tierras doncellas”. Así pues, acosada y ya sin escapatoria, Patria se inmola y produce el incendio apocalíptico que describe el aparte final del poema cuando el extraño “.quiso ceñirla, postrarla, borracho / de alcohol y lujuria”.
Este poema narrativo de 1926, expone a un Udón Pérez inédito y combativo, y se convierte en la primera muestra conocida de lo que en conjunto solemos denominar literatura del petróleo. Además, al ser su tema central la soberanía nacional, cobra una actualidad que reivindica la obra del poeta de modo mucho más eficiente y oportuno que la inveterada costumbre de copiar algunos de sus versos en las señales de tránsito de Maracaibo.