Ni siquiera un nombramiento como ministro
justifica que a alguien le caigan en cambote como le han caído a Ernesto
Villegas desde que fue designado para el MinCi. Sólo que en este caso la cayapa
tiene, supuestamente, un carácter
positivo, solidario.
Lo cierto es que, a
diferencia de otros ministerios, en éste que se ocupa de la comunicación e
información, todo el mundo se siente autorizado a opinar y ¿por qué no? a darle uno que otro consejito al recién
designado.
Hemos visto, pues,
cartas abiertas, artículos, notas y comunicaciones de todo tipo donde sin empacho
alguno al nuevo ministro le diseñan los planes de su gestión, le indican qué
corregir, a quien botar de su puesto de
trabajo y a quien dedicarle una merecida reprimenda, entre otros consejos y
advertencias.
A Villegas hay que
aplicarle la consigna que durante un tiempo se usó para el propio Chávez:
“Déjenlo trabajar”. Al fin y al cabo el nuevo ministro tiene que enfrentar los
reclamos que el propio Presidente ha hecho durante años acerca de las
limitaciones que tiene la política comunicacional del gobierno y eso no es poca
cosa.
Con semejante
crítico montado en la espalda, Villegas seguramente puede prescindir de tanto
asesor que le ha salido. Más sentido tiene desearle que pueda desenvolverse en
su cargo con la misma agudeza y don de gente que ha tenido durante tanto tiempo
frente a las cámaras.
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